jueves, 31 de enero de 2013

Rentrée!

Quién tuvo retuvo y qui ho té al nèixer no ho deixa al crèixer.

hace cinco años, seis meses, tres semanas y veinte días que no toco un blog.
No ha sido una imposición, una falta de tiempo o de inspiración. Podríamos investigar porqué la vida laboral y kinésica me ha hecho esto pero sinceramente no creo que valga la pena.
Acabo de salir de una conferencia de @Inesdi sobre varios hechos digitales y uno de los ponentes, demasiado prepotente, joven y poco elocuente me ha abierto los ojos como el que más: si hasta él se cree capaz de alardear de blog yo no voy a ser menos, faltaría más.
Desde aquellos lejanos días de confesiones en MySpace y Fotolog han llovido ranas, gatos y jefes y desde que el condenado Facebook se instaló en nuestras vidas y a mí me pasó de todo no ha habido resquicio ni ocasión de bloguear. Podría dramatizar y decir que MySpace cayó y se lo llevó todo o que el Fotolog me abandonó pero no seré tan fresca, la culpa, una vez más, única y exclusivamente la he tenido yo.
Nada más allá de mis intenciones que el disculparme, señoras y señores, pero, para todos aquellos que aún no me conozcan, aquí estoy, de nuevo, vivita y coleando, yo.
Revisando la lista de cosas que me gustan he encontrado un popurri francamente imposible y poco cohesionador: el vino, las croquetas,  la charleta amistosera, los manjares exquisitos, las cervezas, la cocina, las series después de 1990, hablar de hombres, criticar, reírme de mí misma y de los animados locales enjambrados de diversión que esta ciudad no deja de ofrecer aunque mire con fuerza hacia otro lugar.
Señoras, señores, señoritas, serpentinas y serpentones (que rima, obviamente, con putones) he decidido firmemente llenar este gap que hay entre los 30 y los 40 del que nadie habla y hablar.
Cuando ya eres feliz, tienes pareja, tu trabajo desde fuera parece imponente y no te preocupa casi nada de lo que te preocupó medianamente antes.
Para ese gap abandonado por la prensa, la mirada humana y las blogeras, aquí estoy yo.
Prometo hablar tan mal como sepa y no dejar de decir ni un segundo lo que piensas.
Para todos aquellos que como yo creáis que no habría vida más allá de los noventa pero que que vale la pena recordar sucedió después de los noventa, para todos aquellos a los que la ciudad les gusta tanto como les desespera, señoras y serpentones, para todos estos, aquí estoy yo.