domingo, 24 de febrero de 2013

Queridas hermanas del mundo entero,

Hoy, con este frío que pela hasta la más cálida de las almas, al llegar a mi hogar dulce hogar, he sentido que tenía que comunicaros algo inmediatamente ya.
Ayer estuve en un restaurante de esos prefabricados de decoración prescindible pero comida buenorra y delante de la hamburguesa con forma de corazón me di cuenta que ese es uno de los sitios al que solo puedes ir con tu amor.
Hay una serie de lugares que son divinos cuando estás felizmente emparejada. Lugares en los nadie intenta impresionar a nadie y la comida está tan buena que pones esa cara de arrggg tan terriblemente poco sexi y cercana a la congestión.
Lugares en los que no pasa nada si vas vestida de resaca y tienes unas ojeras de columpio.
Lugares a los que ir cuando eres bienamada pero, queridas mías, creo que durante mis años de soltería hice un máster en lugares a los que no debes ir con cualquieridades.
En este mismo máster había demasiadas asignaturas obligatorias que me habría gustado evitar, tipo "cómo habrá terminado una chica como yo en semejante cuchitril verbenero" y "de porqué bajarse rápido las bragas no es el mejor de los deportes". Pero estas son apasionantes asignaturas troncales que trataremos en otro momento si lo consideráis necesario.
Hermosas mías, no dejéis que la presencia de una cualquieridad os estropee un lugar bello que habríais podido disfrutar con una amiga, un amigo o con un libro estupendo.
Recuerdo muchas más citas de las necesarias en las que había perdido horas y horas buscando un bar, un restaurante, un espectáculo, un algo que dejara embobadamente noqueado al cualesquiera en ese momento deseado.
En un afán de ser mi mejor personal brander y ser amada por mi ensañamiento de turno, elegí lugares y ropajes que, por supuesto, no noquearon y, lo peor, no convirtieron en nada que no fuera al cualesquier ansiado.
Me recuerdo en escenarios demasiado bellos para tan poca chicha y dándole a la situación un bombo que no merecía.
Sé que seréis cuerdas y mucho más avispadas que yo y enseguida os daréis cuenta de que ese don juanorio no es la calma chicha y el dulce de leche que desea vuestro corazón.
Sé que lo seréis pero por si acaso os dejo algún que otro consejillo.
1-No inviertas más tiempo pensando en lo que quieres que piense de ti que pensando en ti misma. ¿Valdrán la pena esas horas de angustia siendo tu propia y cruel personal shopper a punto de comprar algo que por supuesto no deberías comprar? Unos tejanos con un buen escote convencen al más reacio y seguro no te hace falta tener al mismo asesor de vestuario que Wong Kar Wai en In the Mood for Love.
2-Esos escenarios exóticos y exquisitos serían veinte veces más divertidos con unos amigos que con un cualesquiercillo que no te está mirando precisamente con amor. Puedes elegir el más fabuloso de los escenarios y perder el tiempo recreando la iluminación cuando estés embadurnándote, pero pero pero sería mil veces más práctico no perder el tiempo sin elegir y elegir mejor. ¿De verdad quieres dormir abrazada el resto de tu vida a este energúmeno que sesea? ¿o se ríe como en una serie mala de anti-humor español, rollo hiena?
3-Esa comida carísima y ese vino tremendo no deberían ser compartidos con un galán al que no deberías haberle dado turno ni para mirarte mejor. Sea lo caro que sea el vino tienes demasiadas posibilidades de beber demasiado y colaborar demasiado fervientemente en lo que vendrá después. ¿De verdad fue la garnacha vieja lo que te puso tonta o ya venías tonta de casa imaginando como sería el resto de tu vida con él? E imaginando que él es cosas que no es, of course.

Si no atreves a preguntarle si le volverás a ver, ¿por qué te atreves a llevarle a los lugares que más te gustan de la ciudad?¿Quieres que los propague entre su red de mamarrachos y que esos lugares se echen a perder?
Ve a los mejores lugares con la mejor gente y nunca los publiques en tu red de ligoteos.
Gracias, gracias, ya me contaréis.

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